En diciembre el dólar cotizaba a 16,1 y hoy a cerca de 15,9 pesos. Incluso en febrero del año pasado llegó a 16, por encima del precio actual. Más allá de los centavos más o meno
s del día a día, lo que se observa es una marcada estabilidad del tipo de cambio. El gobierno se vanagloria de que está dinámica se dio en el marco de una profunda desregulación del mercado cambiario y bajo lo que el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, denomina un esquema de tipo de cambio flexible, es decir cuya determinación viene dada por el mercado sin injerencia del Estado. ¿Es sostenible esta tendencia en el tiempo? ¿Cuáles son las causas y consecuencias en materia financiera?
Si el precio del dólar hoy está bajando es porque la oferta de dólares supera a la demanda. Sin embargo, cuando uno analiza la demanda de divisas reportada por el BCRA se encuentra con fuertes salidas. En 2016, la fuga de capitales, es decir la compra de dólares sin fines predeterminados, ascendió a 12.326 millones, un 62 por ciento por encima del año anterior. En enero de 2017 marcó 1.726 millones de dólares, récord para un primer mes del año. Las salidas por turismo, estimuladas por el dólar bajo ascendieron a 8.237 millones en 2016, en línea con los altos valores de 2015. El primer mes de 2017 aceleró la tendencia, el déficit de turismo fue de 1.143 millones, un 69,6 por ciento superior al del mismo periodo del año anterior. Por su parte, las empresas extranjeras lejos de aportar dólares, en 2016 sacaron del país más plata de la que entraron: mientras que la Inversión Extranjera Directa ascendió a 2.523 millones, la remisión de ganancias a sus casas matrices fue de 2.996 millones de dólares.
Cabe destacar que estas salidas hubieran sido todavía superiores si las altas ganancias en pesos de instrumentos como la LEBAC, cuyo stock se disparó un 68 por ciento en 2016, no hubieran desincentivado la dolarización. Por ejemplo, alguien que compró LEBAC en enero y renovó durante todo el año obtuvo una ganancia en dólares de 25 por ciento, si con los pesos que ganó compro el billete verde. En tanto alguien quien se cubrió en futuros para no correr riesgos lo hizo en 7 por ciento. En este marco, y dado el escenario de caída de ventas locales y externas y la mayor apertura importadora, la inversión financiera se presentó sumamente atractiva en relación a la productiva, contribuyendo a empeorar aún más la actividad económica. Con las tasas actuales, esta dinámica, amenaza con continuar este año. Si la tasa actual se mantiene y dado el valor del dólar futuro a un año, esta operación ofrece 6,2 por ciento a un año, y reinvirtiendo intereses 8,8 por ciento.
Entonces si la demanda de divisas se mantiene fuerte la explicación de por qué baja el dólar tiene que estar en la oferta. Dos veces en su historia la Argentina vivió procesos de apreciación cambiaria combinada con fuerte fuga de capitales tal como el actual: durante los 90 bajo la Convertibilidad y durante la última dictadura militar. En ambos casos la fuga del “dólar barato” fue financiada con deuda externa. Lo mismo sucede hoy. Más allá del shock de “una sola vez” de 4.092 millones del blanqueo, según nuestras estimaciones entre nación, provincias y Banco Central, la deuda pública se expandió desde diciembre de 2015 en 51.266 millones de dólares. Un 30 por ciento de ese monto fue tomado en lo poco que va de 2017.
El elixir no dura para siempre: los dólares que hoy nutren el mercado deberán devolverse y con interés, lo cual implicará pagos superiores a los 60.000 millones de dólares. El endeudamiento actual está lejos de generar esa capacidad de repago dado el destino que toman las divisas ingresadas. El tipo de cambio bajo parece ser la estrategia elegida por el gobierno nacional para moderar la inflación mientras garantiza elevadas ganancias en dólares al sector financiero y a ciertos sectores empresariales que aumentan su capacidad de fuga. El precio de la estrategia es un endeudamiento que no genera capacidad de repago. Si miramos la historia argentina, esto no augura nada bueno.